Libro "La Cripta Sellada"


Ángel del Pozo de Pablos
Editorial:
- Nº de páginas: 313 págs.
- Editorial: CASTILLA EDICIONES, 2007
- Lengua: CASTELLANO
- ISBN: 9788496186422
Introducción del autor
Para mi es un placer mostrarles en estas paginas parte de mis investigaciones en el mundo del misterio. Son muchas las veces que me he preguntado porque me he dedicado a esto en mis ratos libres (ya quisiera yo dedicarme en exclusiva a este mundo, de momento no puede ser). La verdad es que no tengo respuesta, pero analizando está claro que un cúmulo de casualidades (termino en el que no creo) me han conducido a este camino.
Mis primeros despertares fueron en plena adolescencia cuando tuve la oportunidad de vivir en primera persona una serie de fenómenos paranormales, todos ellos en la localidad segoviana de Cuéllar. Siempre aquellos sucesos han permanecido en secreto y quizás este es un buen momento para contarles. La mayor parte del tiempo lo pasábamos en la ‘peña’ (por lo menos aquellos que todavía no teníamos que trabajar), ese recinto donde las tertulias de todo tipo y nuestros primeros escarceos con el sexo contrario eran las principales motivaciones.
En una de aquellas tertulias propusimos contar historias de miedo. Recuerdo como uno de mis colegas contó un episodio en el que hablaban de la tenebrosa ‘mano negra’. Un ente diabólico con forma de mano que atacaba a las personas cuando estas estaban distraídas, como por ejemplo cuando una persona del sexo masculino estaba orinando. Aquel ser animado te tocaba en el hombro, cuando te volvías buscando al responsable, aprovechaba para sacarte los ojos. Yo por mi parte conté una historia que había leído en una revista: Un sacerdote en una noche cerrada tiene que subir al campanario de una iglesia, vaya Usted a saber porque motivo (por cierto la historia años más tarde descubrí que es real y que sucedió en un pueblecito de Cantabria). Mientras escucha el crepitar de la lluvia y los estruendosos truenos y la luz de los relámpagos ilumina el paraje, el cura va ascendiendo por una interminable escalera de caracol. Cuando llega a la cima y penetra en la sala acompañado por la tenue luz de una linterna, se encuentra con un extraño ser de unos tres metros de altura, levitando en el aire y en posición horizontal. Ante el impacto visual, se le cae la linterna al suelo (y todos y cada uno de nosotros nos pusimos en la piel de aquel sacerdote), mientras se afanaba por encontrar la linterna. Cuando consigue poner luz de nuevo en aquella oscuridad, el ser ha desaparecido.
Aquellas historias nos ponían los pelos como escarpias, así que decidimos ir a pasear para que el miedo desapareciera de nuestras mentes y cuerpos. Al regresar, abrimos el portalón de la peña. Esas puertas grandes partidas en dos por la mitad (no en vano antes había servido como cuadra para animales) de llave grande. Al abrir el cuarterón no podíamos dar crédito, allí ante nuestros atónitos ojos se encontraba un saco grande (rellenado de paja y que utilizábamos como colchón) flotando en el aire a una altura superior de un metro como si unos hilos invisibles le sujetaran. La reacción: poner pies en polvorosa los cinco aterrados testigos.
Tras aquella frenética carrera en la que el corazón parecía que iba a estallar en mil pedazos, nos fuimos encontrando todos los testigos, dando fe de que todos habíamos visto lo mismo.
Cambiamos el lugar de los hechos y nos trasladamos a otra peña que tuvimos en el que fuera el antiguo Convento de San Basilio. Solo utilizábamos la planta de abajo ya que el piso superior estaba sumamente deteriorado. Ya en algunas ocasiones habíamos escuchado ruidos procedentes del piso deshabitado de arriba e incluso algún amigo había sido testigo de que la puerta que conducía a las escaleras para subir al piso de arriba, se había abierto sola. Seguramente los ruidos provenían del crujir de las maderas y la puerta se habría abierto por una corriente de aire. Cierta tarde nos encontrábamos dos amigos solos en aquel recinto. Mientras conversamos escuchamos un golpe seco y muy fuerte en la zona de arriba. Guardamos silencio, oímos de nuevo varios golpes similares y la vez observamos como una bolsa de plástico se arrastraba por el suelo al lugar donde estábamos sentados. La reacción ya la conocen: salir pitando. Lo más curioso es que nos situamos enfrente y en el piso superior observamos en una de las ventanas una extraña neblina fantasmagórica que no estaba en las otras. Viendo ante nuestros asombrados ojos, como esta se desplazaba lentamente para desaparecer de la primera ventana para pasar a la segunda.
Ángel del Pozo de Pablos
Editorial:
- Nº de páginas: 313 págs.
- Editorial: CASTILLA EDICIONES, 2007
- Lengua: CASTELLANO
- ISBN: 9788496186422
Introducción del autor
Para mi es un placer mostrarles en estas paginas parte de mis investigaciones en el mundo del misterio. Son muchas las veces que me he preguntado porque me he dedicado a esto en mis ratos libres (ya quisiera yo dedicarme en exclusiva a este mundo, de momento no puede ser). La verdad es que no tengo respuesta, pero analizando está claro que un cúmulo de casualidades (termino en el que no creo) me han conducido a este camino.
Mis primeros despertares fueron en plena adolescencia cuando tuve la oportunidad de vivir en primera persona una serie de fenómenos paranormales, todos ellos en la localidad segoviana de Cuéllar. Siempre aquellos sucesos han permanecido en secreto y quizás este es un buen momento para contarles. La mayor parte del tiempo lo pasábamos en la ‘peña’ (por lo menos aquellos que todavía no teníamos que trabajar), ese recinto donde las tertulias de todo tipo y nuestros primeros escarceos con el sexo contrario eran las principales motivaciones.
En una de aquellas tertulias propusimos contar historias de miedo. Recuerdo como uno de mis colegas contó un episodio en el que hablaban de la tenebrosa ‘mano negra’. Un ente diabólico con forma de mano que atacaba a las personas cuando estas estaban distraídas, como por ejemplo cuando una persona del sexo masculino estaba orinando. Aquel ser animado te tocaba en el hombro, cuando te volvías buscando al responsable, aprovechaba para sacarte los ojos. Yo por mi parte conté una historia que había leído en una revista: Un sacerdote en una noche cerrada tiene que subir al campanario de una iglesia, vaya Usted a saber porque motivo (por cierto la historia años más tarde descubrí que es real y que sucedió en un pueblecito de Cantabria). Mientras escucha el crepitar de la lluvia y los estruendosos truenos y la luz de los relámpagos ilumina el paraje, el cura va ascendiendo por una interminable escalera de caracol. Cuando llega a la cima y penetra en la sala acompañado por la tenue luz de una linterna, se encuentra con un extraño ser de unos tres metros de altura, levitando en el aire y en posición horizontal. Ante el impacto visual, se le cae la linterna al suelo (y todos y cada uno de nosotros nos pusimos en la piel de aquel sacerdote), mientras se afanaba por encontrar la linterna. Cuando consigue poner luz de nuevo en aquella oscuridad, el ser ha desaparecido.
Aquellas historias nos ponían los pelos como escarpias, así que decidimos ir a pasear para que el miedo desapareciera de nuestras mentes y cuerpos. Al regresar, abrimos el portalón de la peña. Esas puertas grandes partidas en dos por la mitad (no en vano antes había servido como cuadra para animales) de llave grande. Al abrir el cuarterón no podíamos dar crédito, allí ante nuestros atónitos ojos se encontraba un saco grande (rellenado de paja y que utilizábamos como colchón) flotando en el aire a una altura superior de un metro como si unos hilos invisibles le sujetaran. La reacción: poner pies en polvorosa los cinco aterrados testigos.
Tras aquella frenética carrera en la que el corazón parecía que iba a estallar en mil pedazos, nos fuimos encontrando todos los testigos, dando fe de que todos habíamos visto lo mismo.
Cambiamos el lugar de los hechos y nos trasladamos a otra peña que tuvimos en el que fuera el antiguo Convento de San Basilio. Solo utilizábamos la planta de abajo ya que el piso superior estaba sumamente deteriorado. Ya en algunas ocasiones habíamos escuchado ruidos procedentes del piso deshabitado de arriba e incluso algún amigo había sido testigo de que la puerta que conducía a las escaleras para subir al piso de arriba, se había abierto sola. Seguramente los ruidos provenían del crujir de las maderas y la puerta se habría abierto por una corriente de aire. Cierta tarde nos encontrábamos dos amigos solos en aquel recinto. Mientras conversamos escuchamos un golpe seco y muy fuerte en la zona de arriba. Guardamos silencio, oímos de nuevo varios golpes similares y la vez observamos como una bolsa de plástico se arrastraba por el suelo al lugar donde estábamos sentados. La reacción ya la conocen: salir pitando. Lo más curioso es que nos situamos enfrente y en el piso superior observamos en una de las ventanas una extraña neblina fantasmagórica que no estaba en las otras. Viendo ante nuestros asombrados ojos, como esta se desplazaba lentamente para desaparecer de la primera ventana para pasar a la segunda.


Ángel del Pozo de Pablos
Editorial:
- Nº de páginas: 313 págs.
- Editorial: CASTILLA EDICIONES, 2007
- Lengua: CASTELLANO
- ISBN: 9788496186422
Introducción del autor
Para mi es un placer mostrarles en estas paginas parte de mis investigaciones en el mundo del misterio. Son muchas las veces que me he preguntado porque me he dedicado a esto en mis ratos libres (ya quisiera yo dedicarme en exclusiva a este mundo, de momento no puede ser). La verdad es que no tengo respuesta, pero analizando está claro que un cúmulo de casualidades (termino en el que no creo) me han conducido a este camino.
Mis primeros despertares fueron en plena adolescencia cuando tuve la oportunidad de vivir en primera persona una serie de fenómenos paranormales, todos ellos en la localidad segoviana de Cuéllar. Siempre aquellos sucesos han permanecido en secreto y quizás este es un buen momento para contarles. La mayor parte del tiempo lo pasábamos en la ‘peña’ (por lo menos aquellos que todavía no teníamos que trabajar), ese recinto donde las tertulias de todo tipo y nuestros primeros escarceos con el sexo contrario eran las principales motivaciones.
En una de aquellas tertulias propusimos contar historias de miedo. Recuerdo como uno de mis colegas contó un episodio en el que hablaban de la tenebrosa ‘mano negra’. Un ente diabólico con forma de mano que atacaba a las personas cuando estas estaban distraídas, como por ejemplo cuando una persona del sexo masculino estaba orinando. Aquel ser animado te tocaba en el hombro, cuando te volvías buscando al responsable, aprovechaba para sacarte los ojos. Yo por mi parte conté una historia que había leído en una revista: Un sacerdote en una noche cerrada tiene que subir al campanario de una iglesia, vaya Usted a saber porque motivo (por cierto la historia años más tarde descubrí que es real y que sucedió en un pueblecito de Cantabria). Mientras escucha el crepitar de la lluvia y los estruendosos truenos y la luz de los relámpagos ilumina el paraje, el cura va ascendiendo por una interminable escalera de caracol. Cuando llega a la cima y penetra en la sala acompañado por la tenue luz de una linterna, se encuentra con un extraño ser de unos tres metros de altura, levitando en el aire y en posición horizontal. Ante el impacto visual, se le cae la linterna al suelo (y todos y cada uno de nosotros nos pusimos en la piel de aquel sacerdote), mientras se afanaba por encontrar la linterna. Cuando consigue poner luz de nuevo en aquella oscuridad, el ser ha desaparecido.
Aquellas historias nos ponían los pelos como escarpias, así que decidimos ir a pasear para que el miedo desapareciera de nuestras mentes y cuerpos. Al regresar, abrimos el portalón de la peña. Esas puertas grandes partidas en dos por la mitad (no en vano antes había servido como cuadra para animales) de llave grande. Al abrir el cuarterón no podíamos dar crédito, allí ante nuestros atónitos ojos se encontraba un saco grande (rellenado de paja y que utilizábamos como colchón) flotando en el aire a una altura superior de un metro como si unos hilos invisibles le sujetaran. La reacción: poner pies en polvorosa los cinco aterrados testigos.
Tras aquella frenética carrera en la que el corazón parecía que iba a estallar en mil pedazos, nos fuimos encontrando todos los testigos, dando fe de que todos habíamos visto lo mismo.
Cambiamos el lugar de los hechos y nos trasladamos a otra peña que tuvimos en el que fuera el antiguo Convento de San Basilio. Solo utilizábamos la planta de abajo ya que el piso superior estaba sumamente deteriorado. Ya en algunas ocasiones habíamos escuchado ruidos procedentes del piso deshabitado de arriba e incluso algún amigo había sido testigo de que la puerta que conducía a las escaleras para subir al piso de arriba, se había abierto sola. Seguramente los ruidos provenían del crujir de las maderas y la puerta se habría abierto por una corriente de aire. Cierta tarde nos encontrábamos dos amigos solos en aquel recinto. Mientras conversamos escuchamos un golpe seco y muy fuerte en la zona de arriba. Guardamos silencio, oímos de nuevo varios golpes similares y la vez observamos como una bolsa de plástico se arrastraba por el suelo al lugar donde estábamos sentados. La reacción ya la conocen: salir pitando. Lo más curioso es que nos situamos enfrente y en el piso superior observamos en una de las ventanas una extraña neblina fantasmagórica que no estaba en las otras. Viendo ante nuestros asombrados ojos, como esta se desplazaba lentamente para desaparecer de la primera ventana para pasar a la segunda.